El coaching es una disciplina muy versátil y creativa por lo que es difícil especificar un único modelo a seguir. Sus principales pilares son los objetivos y las acciones. Para conseguir alcanzar una meta es necesario un paso, una acción que nos acerque más a nuestro objetivo. Basándonos en ambos sustentos, podemos establecer la estructura de una sesión de coaching ideal.
Cada sesión se adapta a las necesidades y el momento en que se encuentre el coachee o cliente. Los retos de cada persona son particulares, por lo que el proceso de las sesiones es siempre diferente. El coach utiliza diferentes herramientas y ejercicios para ayudar a su coachee a explorar su meta. Incluso la duración de las sesiones puede variar, oscilando entre 40 y 60 minutos aproximadamente. En estos casos hablamos de sesiones individuales ya que las de equipo suelen tener una duración mayor.
Aun así hay dos aspectos que se respetan en todas las sesiones, como hemos mencionado; trabajar con objetivos específicos de cada coachee y terminar la sesión con el compromiso de una acción. Estos son los puntos inicial y final de una sesión.
Durante el proceso, el coach guiará a su coachee por distintas áreas por medio de preguntas y ayudado por recursos como la programación neuro-lingüística. Es importante que el cliente se sienta comprometido con su objetivo, que tenga una motivación lo suficientemente intensa que le lleve a la acción.
Siguiendo este marco, podemos establecer una estructura ideal en un proceso de coaching:
Establecer objetivo de la sesión
La pregunta que se debe contestar es ¿qué quieres conseguir? Para avanzar es necesario conocer la dirección y el sentido que nos guía y ello parte de determinar de forma específica un objetivo.
Puede ser que el cliente desconozca hacia dónde moverse, que no encuentre una meta clara a la que dirigirse. En este caso la finalidad de la sesión será descubrir cuál es su objetivo. Este punto es muy habitual en el coaching. Muchas personas que deciden contratar un coach se encuentran en un punto de desenfoque y no saben qué quieren conseguir.
Visualizar y profundizar en el objetivo
El siguiente paso es descubrir las razones, las emociones y los valores que se esconden detrás de nuestro objetivo: ¿para qué quieres conseguirlo?
Podemos conocer las principales motivaciones de nuestros sueños o retos gracias a herramientas como la visualización. Esta técnica nos permite sentir, ver, escuchar e incluso oler todo aquello que experimentaremos cuando consigamos nuestro objetivo. Es una forma muy potente de motivarnos.
Es precisamente lo que nos aporta el objetivo lo que nos impulsa a conseguirlo.
Detectar obstáculos
Llegados a este punto encontraremos las barreras que nos han imposibilitado conseguirlo hasta el momento: ¿Qué te lo impide?
No siempre somos conscientes de los muros que nos frenan a la hora de avanzar. Si hemos realizado plenamente las fases anteriores, tomaremos conciencia de todo lo que nos impide seguir o nos dificulta continuar.
Encontrar herramientas y recursos
Un vez encontrados los impedimentos será más fácil buscar las herramientas necesarias para salvarlos: ¿cómo puedes superar los obstáculos?
Podemos regresar a las etapas anteriores si fuese preciso, especialmente a la visualización, para encontrar recursos que nos ayuden a continuar.
Si no disponemos de ninguna herramienta o no conseguimos encontrar la adecuada, existen multitud de ejercicios que permitirán que desarrollemos algunas nuevas si fuese necesario.
Diseñar un plan de acción
Una vez que sabemos a dónde queremos ir, qué nos lo impide y cómo superar esos obstáculos, es momento de diseñar una estrategia completa de acción: ¿qué pasos debes seguir para conseguirlo?
Estableceremos todos los pasos que sean necesarios para llegar a nuestro fin. Es la parte más analítica de la sesión, donde empezaremos a enfocarnos en tomar acción y comprometernos con nuestro proyecto.
Cada plan de acción es único y dependerá del propio coachee el número de etapas o acciones que requiere para su finalización.
Tomar acción
Como hemos repetido en varias ocasiones, todas las sesiones deben finalizar con un paso claro, una acción encaminada a conseguir nuestro propósito: ¿qué es lo primero que vas a hacer?
Puede ser un pequeño paso, lo importante es darlo. El acto no siempre es físico, puede consistir en la toma de una decisión. Cada acción dependerá del objetivo y el compromiso del coachee. Él será quien establezca la acción a tomar. Y este punto será el inicio de la siguiente sesión.
Con estas fases resueltas, la sesión de coaching será muy completa. Nos aseguraremos que estamos moviéndonos hacia un reto deseable y motivador.
A medida que se avanza en el proceso y en sucesivas sesiones, estos apartados puede que no se desarrollen por completo y que sea necesario detenerse en uno en particular durante más tiempo. Sin embargo, tanto el primero como el último son fundamentales y deben suceder en toda sesión: objetivo y acción.